REPENSANDO LA GEOPOLÍTICA AEROESPACIAL: HACIA UNA GEOPOLÍTICA DEL ESPACIO TRANS-SUPERFICIAL
REPENSANDO LA
GEOPOLÍTICA AEROESPACIAL: HACIA UNA GEOPOLÍTICA DEL ESPACIO TRANS-SUPERFICIAL
Director:
Jorge BERGAMASCHI
Investigadores:
Cecilia AMREIN, Ariel GONZÁLEZ
Colaboradores:
Miguel ANSORENA GRATACOS,
Yasmín HASSAN, Marianela OSTILI
INTRODUCCIÓN
Tradicionalmente, la
racionalización de la práctica geopolítica ha estado asociada a los cuatro
ámbitos de las acciones de los Estado-Nación: La tierra, el mar, el aire y el
espacio. Sin embargo, es conveniente plantear la división entre dos dimensiones
geográficas de la geopolítica, la superficialidad y la trans-superficialidad.
Mientras que la primera es propia del espacio de la geopolítica terrestre y naval,
la trans-superficialidad agrupa al tradicional espacio aéreo con la esfera
espacial, permitiendo comprender la geografía desde un punto de vista
aeroespacial.
El objetivo del presente proyecto
de la investigación es generar una reflexión teórica y crítica sobre la
geopolítica del espacio trans-superficial argentino, con el propósito de
aportar herramientas que sirvan de aval a la toma de decisión política que
finalmente nuestras autoridades adopten en consecuencia. Para ello es necesario
actualizar los desarrollos teóricos sobre geopolítica aeroespacial generados en
la Fuerza Aérea desde la década de 1970 y realizar un análisis de la
bibliografía especializada y de las experiencias en el espacio aéreo y espacial
a nivel regional y local.
La primera parte del trabajo
expone la teoría práctica de la geopolítica aeroespacial. A continuación se
esboza un panorama geopolítico de la región latinoamericana; para luego mostrar
la aplicación del Proyecto Geopolítico en la República Argentina. Se finaliza
con las conclusiones producto de la investigación.
DESARROLLO
Nacida a fines del siglo XIX, la
Geopolítica clásica se fortaleció a lo largo dela Guerra Fría como área de la
investigación que combina la geografía con la política de los Estados-Nación.
Algunos de sus principales exponentes desde el punto de vista teórico son
Ratzel, Vidal de la Blanche, Vallaux y Kjellen, mientras que desde un lugar más
práctico se pueden mencionar a Alfred Thayer Mahan y Halford John Mackinder
como precursores de la materia. Durante los últimos años, se han generado
nuevos desarrollos conceptuales que ampliaron el horizonte de la geopolítica
clásica, a partir del fin del mundo bipolar, y con el avance de la
globalización, ciertas interpretaciones “heterodoxas” al determinismo de la
mayoría de las escuelas geopolíticas dieron nacimiento a dos nuevas corrientes.
La primera, llamada “Nueva Geopolítica” conservadora, reinterpreta (con algunos
sesgos deterministas) la relación entre el espacio geográfico y el
Estado-Nación ponderando factores culturales (guerra de civilizaciones),
económicos (geoeconomía) y ambientales (sociedad del riesgo global), entre
otros.
Una segunda corriente, la
“Geopolítica Crítica” interpretó la geopolítica como una construcción cultural,
Esta corriente promueve una relectura de los textos geopolíticos clásicos
dividiendo a las representaciones geopolíticas de la disciplina entre la
geopolítica práctica (los tomadores de decisión), geopolítica formal (cuerpo de
especialistas) y geopolítica popular (representaciones comunicacionales de las
visiones geopolíticas). Esta corriente se presenta como una crítica
epistemológica y conceptual a la interpretación esencialista de la geopolítica.
Mientras que la geografía y la
política se estructuraron en la modernidad como dos esferas diferenciadas del
saber, la racionalización moderna profundizada por el proceso de
industrialización y el imperialismo decimonónico, empujó a una articulación
entre ambas esferas generando una imaginación geopolítica que proporcionó un
horizonte de sentido y acción a las prácticas geoeconómicas y geopolíticas de
las élites políticas. En este contexto, los modelos geopolíticos, lejos de
haber cumplido un ciclo vital, han comenzado a sufrir nuevas interpretaciones,
especialmente en áreas escasamente exploradas, por ejemplo el espacio exterior
y el ciberespacio.
ÁMBITO
TRANS-SUPERFICIAL INTEGRADO: EL AEROESPACIO
El presente trabajo tiene como
objetivo la investigación geopolítica del espacio trans-superficial argentino.
Se adopta como definición una modificación de la ensayada por Ael, y que supone
que la geopolítica aeroespacial es el “estudio de la incidencia global que
sobre el Estado y otros actores internacionales pueden ejercer las condiciones
e influjos geográficos permitiéndoles a sus órganos de conducción evaluar las
pautas políticas a seguir tendientes a consolidar una situación
geográfico-política anhelada en el aeroespacio de interés nacional”. El
concepto de geopolítica aeroespacial describe una acción orientadora de la
política interior y exterior de una nación, que basada en el influjo geográfico
y sus antecedentes históricos coadyuva del mismo modo con todos los factores de
poder estatales (político, económico, psicosocial, militar y C/T).
La visión geopolítica de quien
gobierna proviene generalmente del pensamiento de su clase dirigente, porque es
en ellos donde debe cultivarse y prevalecer claramente la imagen de propiedad
de los espacios geográficos que
dimensionan la morfología del Estado Nación: terrestre, marítimo y aeroespacial
(particularmente este último porque cubre por igual a los otros dos sin
solución de continuidad). Los condicionantes políticos y económicos, tanto
internos como externos, influyen de manera muy directa sobre la estrategia
aeroespacial consecuente, y por lo tanto sobre sus relaciones concretas.
Las normas internacionales
reconocen el derecho de propiedad que tiene un Estado sobre su espacio aéreo,
el que está delimitado por las líneas fronterizas geográficas sobre tierra y
mar que son aceptadas por otras naciones. Si bien no hay una definición legal,
científica y técnica, que cuente con una aceptación universal, se puede decir
que el espacio exterior inicia por encima de la línea de los cien kilómetros
desde la superficie terrestre, conocida con el nombre de línea Kármán, en honor
al científico que la estableció.
En el espacio aéreo
jurisdiccional el Estado puede manifestarse como mejor lo crea conveniente en
procura de sus objetivos políticos. En ese cuadro, no está ausente la
referencia al factor como aptitud efectiva para proteger los intereses
nacionales (vitales y estratégicos) y mantener la libertad de acción
estratégica. Sin embargo, el enfoque cambia cuando se refiere el espacio
ultraterrestre porque allí el Derecho Internacional no reconoce la propiedad de
ningún Estado y se lo procura preservar en beneficio de la humanidad.
EL PODER AEROESPACIAL
El poder aeroespacial es la
“capacidad del Estado en un momento dado para actuar a través del aeroespacio contribuyendo
al logro de los objetivos políticos seleccionados”. Es una condición sine qua non en el entramado de la
estrategia porque busca satisfacer objetivos superiores. A su vez, fines
determinados y medios idóneos disponibles para alcanzar dichos objetivos
superiores, definen la ecuación resultante. Y consecuentemente se transforma en
capacidad efectiva, potencial o limitada, de empleo del aeroespacio en
beneficio propio. En este orden no debe omitirse considerar que un
Estado-Nación genera su propio poder aeroespacial cuando (aunque no posea los
ingenios aéreos o espaciales) cuenta con políticas o planes para utilizar esa
capacidad en el futuro. Asimismo, siendo un componente del Poder Estratégico
Nacional, contribuye al sostenimiento y defensa de los objetivos nacionales
acompañado de procesos de investigación y desarrollo consecuentes. Y
sustentando intereses aeroespaciales, reconoce componentes básicos de
desarrollo, como: la industria e infraestructura aeronáutica y espacial, el
desarrollo científico y tecnológico nacional e institucional, la aviación
general (civil, deportiva, comercial, etc.) la Política Aeroespacial, la
infraestructura educacional nacional e institucional, y una conciencia
aeroespacial nacional desde los más altos niveles de conducción estatal.
Con respecto al componente de
fuerza, es necesario hablar del Poder Aéreo, entendido como la capacidad real y
efectiva del Estado para manifestarse en su espacio aéreo jurisdiccional en
beneficio propio (negando su uso a un adversario llegado el caso). Está
representado por la suma de los Sistemas de Armas que emplea su Fuerza Aérea
para combatir, incluyendo todas las actividades de apoyo necesarias para su
empleo y operación efectiva.
LA ESTRATEGIA
AEROESPACIAL
La estrategia aeroespacial se
manifiesta como ciencia y arte en cuanto a la creación, desarrollo y empleo del
Poder Aeroespacial Nacional durante la paz y la guerra. Requiere de un proceso
concordante con la evolución de la (s) amenaza (s) y la tecnología, para estar
en condiciones de brindar respuesta (por y desde el aire) contra el Poder
Aeroespacial, FFAA, y Centros Vitales de un adversario.
Ello surge de considerar que cada
situación conflictiva genera sus propias prioridades estratégicas, razón más
que suficiente para sostener que cuando se prevea enfrentar a un enemigo capaz
de emplear su Poder Aeroespacial con efectividad contra los intereses propios,
debe darse prioridad al logro de un determinado grado de control del aire en
su propio espacio aéreo jurisdiccional
prioritariamente (superioridad aeroespacial).
Se persigue defender al
Estado-Nación mediante el control y explotación del propio espacio aéreo
jurisdiccional y ulterior de interés nacional, participar en la batalla de
superficie apoyando a fuerzas propias y amigas, todo ello a fin de contribuir
al logro delos objetivos estratégicos que la política nacional fije el
Instrumento Militar de la Defensa Nacional (IMDF).
Una vez que la política señale
qué hacer, la estrategia aeroespacial determinará quién hará qué cosas en el
aire (cuándo, dónde, con qué, por qué y para qué) desglosando todo ello en
funciones que deberán concretarse en momentos diferentes
En tiempos de paz:
Mantener permanentemente
actualizado la planificación estratégica, operativa y táctica del IMDF.
Instruir y mantener entrenadas
las FFAA.
Ejercer la efectiva administración
del espacio aéreo jurisdiccional (vigilancia y control) certificando quién hace
qué cosas en el aire, cuándo, dónde, con qué, por qué y para qué.
Contribuir al desarrollo del
Poder Aeroespacial Nacional (procesos de I&D, industria aeroespacial, capacitación
de RRHH).
Dirigir y coordinar las
operaciones de búsqueda y salvamento en todo el espacio aéreo jurisdiccional y
aquellos internacionales bajo responsabilidad del estado (en salvaguarda de la
vida humana prioritariamente).
Promover el fomento y desarrollo
de los Intereses Aeroespaciales contemplados en documentos oficiales de
vigencia legal (leyes, decretos, resoluciones, etc.).
En tiempos de guerra:
Conjurar y repeler agresiones de
origen externo perpetradas por FFAA de otros Estados.
Accionar contra los centros
vitales del poder estratégico del adversario.
Dirigir y coordinar la defensa
aeroespacial del país.
Lograr el grado de superioridad
aérea requerido para el desarrollo de las maniobras estratégicas operacionales contempladas
en el planeamiento militar conjunto.
Apoyar las operaciones de las
fuerzas de superficie.
Realizar el reconocimiento
estratégico.
Realizar el transporte aéreo
militar
A la estrategia aeroespacial le sigue
la acción táctica fundamentada en el cumplimiento de las órdenes. En
consecuencia, ella emerge como nexo entre la gran política que define los
objetivos superiores del Estado y el campo concreto de las realidades
aeroespaciales tangibles. Ya que, como se dijo anteriormente, la estrategia
aeroespacial determina quién hace qué cosas en el aire y por qué, a partir del
diseño de la política aeroespacial
POLÍTICA AEROESPACIAL
Los instrumentos del Poder
Estratégico Nacional están subordinados a las decisiones del Poder Ejecutivo Nacional,
los cuales se despliegan y manifiestan mediante sus estrategias particulares
con hechos concretos. Las mismas se corresponden con objetivos políticos establecidos
que no se agotan en el tiempo. Alcanzarlos en el aeroespacio significa protegerlos
mediante el ejercicio continuado de su correcta administración (vigilancia y
control). Y generar las condiciones para su sostenimiento equivale a decir
protegerlos. Ello es una responsabilidad gubernamental, lo cual implica un
profundo análisis de cómo hacerlo, para luego ordenar a sus instrumentos de
poder la puesta en marcha de las políticas elegidas.
Tal proceso amerita un análisis
de factores como los objetivos y políticas nacionales; los objetivos de otros
Estados; las posiciones relativas de los países implicados; la actitud de la
comunidad internacional; las urgencias propias generadas; y la evaluación del
potencial nacional propio.
El factor destructivo (ofensivo y
defensivo) no está ausente de este análisis. Una actitud estratégica positiva
en el campo aeroespacial debe quedar configurada en una política contribuyente
que mínimamente contemple las siguientes capacidades: vigilancia y control del
espacio aéreo permanente; capacidades de respuesta de su Fuerza Aérea y
fundamentalmente la decisión política de actuar. Además de contribuir a la defensa
de la soberanía e independencia de la Nación, la integridad territorial y
autodeterminación, que forma parte del Proyecto de Defensa Nacional.
El tiempo de realización de tales
acciones, la asignación de recursos consecuentes y la fijación de prioridades
son responsabilidades excluyentes del Gobierno Nacional.
DOCTRINA AEROESPACIAL
Una doctrina aeroespacial emerge
de la interpretación de las manifestaciones del poder aeroespacial nacional, o
sea dela relación que se establece entre los recursos humanos disponibles,
material, infraestructura y servicios para dar una capacidad de volar a la
nación con medios públicos y privados (sin fines de lucro, comerciales, civiles
y militares).
Normalmente desde el comienzo de
la actividad aeronáutica y espacial los países vienen construyendo sus propias
doctrinas mediante documentos legales que fueron oficializando en el tiempo. En
este orden los conceptos políticos derivados del poder aeroespacial nacional
encierran una cuestión de mucha importancia porque el Estado siempre afronta
las exigencias de la sociedad respecto al usufructo de su capacidad de volar.
El principal ingrediente para
diseñar una doctrina aeroespacial está dado por el avance tecnológico. Para que
la doctrina aeroespacial conserve su vigencia, su contenido y modos de
manifestarse, tiene que concordar con el progreso tecnológico. Por ello no
puede ser inmutable y menos aún absoluta, debe actualizarse, aunque el gran
dilema es determinar el momento oportuno. Toda vez que la doctrina aeroespacial
nace y se nutre de la experiencia y la historia, su condición esencial, que
debe satisfacer adecuadamente, es su carácter nacional. A modo de síntesis,
puede definirse a la doctrina aeroespacial como el “modo más idóneo de abordar
con base en la experiencia, preparación y empleo del poder aeroespacial (en
períodos de paz, conflicto, crisis o guerra) la optimización y autonomía del
poder estratégico del Estado Nación”.
GEOPOLÍTICA
AEROESPACIAL EN LA REGIÓN SUDAMERICANA
Una de las características dela
región sudamericana es el alto grado de cooperación y coordinación en materia
de control y vigilancia del aeroespacio, hecho que resalta el interés por
conocer los avances y desarrollos recientes de los países vecinos, Brasil y
Chile, así como también los acuerdos internacionales en la región.
BRASIL
Pese a que la incursión en el
campo espacial data desde la década del 60, es a partir de 1979 que se puede
afirmar que Brasil cuenta con un Programa Espacial delineado e integrado a
otras políticas públicas. Al aprobarse la Misión Espacial Completa Brasileña
(MECB) en 1980, Brasil preveía desarrollar satélites nacionales, el VLS
(vehículo de lanzamiento) y un centro de lanzamiento en Alcántara. No obstante,
desde entonces el Programa Espacial ha tenido que sobreponerse a crisis
económicas, falta de recursos, indecisión de los sucesivos gobiernos, entre otros
factores, para llevar a cabo un programa competitivo que fortalezca la
soberanía brasileña.
Como parte de los proyectos de
MECB se crearon los satélites SCD-1 y SCD-2 para la observación y recopilación
de datos recabados desde distintas plataformas en Brasil y en países vecinos
sucesivos por las series SSR 1 y 2. En 1984, se creó la Agencia Espacial
Brasileña (AEB) que reemplazó a la COBAE, y se cristalizaron los proyectos del
MECB bajo un renovado Programa Nacional de Actividades Espaciales (PNAE).
Según los últimos datos y
rankings internacionales, luego de las estrategias conjuntas con China, India, Rusia, Ucrania y la Unión Europea y a
pesar de la existencia del PNAE, “no hay un plan capaz de llevar a cabo el
programa (espacial)” de Brasil. Y la posición con respecto a otras potencias en
desarrollo ha declinado por la falta de una estrategia clara y de un compromiso
con la inversión en actividades espaciales.
Con el objetivo de enfrentar esas
falencias y avanzar hacia un programa espacial competitivo, expertos en la
materia proponen abordar simultáneamente tres frentes: 1) Movilizar y ampliar
el desarrollo tecnológico, 2) Aglutinar a otros participantes del sector
público y facilitar la cooperación con el sector privado; y; 3) Explorar los
éxitos ya alcanzados para aumentar la influencia del sector y ampliar las aplicaciones
en otros sectores, como la defensa y las telecomunicaciones.
La tecnología aeroespacial es
indispensable para el desarrollo de una nación y constituye una de las tres
áreas definidas como estratégicas para la Defensa Nacional de Brasil, junto con
la tecnología nuclear y la tecnología de la información. Brasil no puede permanecer
estratégicamente dependiente de los países desarrollados o de sus oponentes
geopolíticos, sino que tiene que renovar sus productos (aviones, miles,
satélites, helicópteros, etc.) y servicios, ya que los mismos tienen aplicación
dual (civil y militar).
Con el expreso deseo entonces de
lograr la independencia en el campo espacial, Brasil trabaja actualmente bajo
el PNAE 2005-2014, en el cual se especifican las siguientes aplicaciones
prioritarias: “observación de la Tierra, misiones tecnológicas y científicas,
telecomunicaciones y meteorología”. Dicho programa estipula, además de una
fuerte participación de la industria nacional y extranjera, el desarrollo de un
vehículo de lanzamiento de microsatélites (VLM-1); el desarrollo del VLS-Alfa,
que es la versión optimizada del VLS-1, y el fortalecimiento del Programa
Cruzeiro do Sul; y el desarrollo de motores con propulsores líquidos en
sustitución de los sólidos utilizados anterior.
CHILE
Al mismo tiempo, las políticas de
defensa buscan incentivar el desarrollo del país en áreas como el medio
ambiente, la ciencia y la tecnología, etc. Se destaca la industria militar
desarrollada por la Fuerza Aérea chilena, la cual mediante la Empresa Nacional
de Aeronáutica ha incorporado tecnología aeroespacial en sus tareas diarias,
por ejemplo de control y vigilancia aeroespacial.
Asimismo, con el propósito de
volver al espacio tras los intentos de los satélites Fasat-Alfa y Fasat-Bravo,
en agosto de 2001 se fundó la Comisión Asesora Presidencial bajo el nombre de “Agencia
Chilena del Espacio”. Los objetivos de esta agencia civil eran el desarrollo de un satélite de comunicaciones y,
posteriormente, un satélite geoestacionario para comunicaciones internas. Sin
embargo, por cuestiones presupuestarias en 2010 la Agencia pasa del Ministerio
de Defensa al Ministerio de Economía y su proyecto de poner en órbita el tercer
satélite chileno de observación de la Tierra debió ser postergado hasta
diciembre de 2011.
Ya en órbita, el Fasat Charlie
representa un avance muy importante para Chile, ya que además del uso civil de
las imágenes que capture el satélite, también será un paso relevante para la
Fuerza Aérea y para la defensa nacional, pues permitirá tener “el desarrollo
especial para generar los niveles de disuasión que la política de Chile
requiere en su manejo”. Por lo tanto, la sociedad presiona por un mayor interés
político por generar medidas de corto y mediano plazo, que permitan dotar a la
Agencia Espacial chilena de mayor presupuesto a iniciativa para “salir del
subdesarrollo espacial”.
ACUERDOS REGIONALES Y
BILATERALES
A fines del siglo XX, crece la cooperación
regional en Sudamérica con el objetivo de lograr una capacidad de lanzamiento
espacial propia. En 1998, por ejemplo, se firmó un protocolo entre la CONAE y
la AEB (Agencia Espacial Brasileña) para el desarrollo del Proyecto SABIA (Satélite
Argentina-Brasil para Investigaciones en Alimentos, Agua y Ambiente).
Uno de los objetivos principales
de este satélite es el de proveer datos de alta resolución temporal, espacial y
radiométrica, en tiempo real, de acuerdo con las necesidades de ambos países y
del MERCOSUR y con bajos costos para el monitoreo de la producción de alimento,
del agua en sus diversos estados y del ambiente”.
Otro ejemplo de la cooperación
argentino-brasileña es el proyecto “Gaucho” que propone el desarrollo de un Vehículo
Liviano de Empleo General Aerotransportable (VLEGA). Además, estos países junto
a Chile, se reúnen periódicamente en la Conferencia Espacial de las Américas
que es un foro en la región latinoamericana.
Recientemente en 2011, dentro del
marco de la UNASUR, se acordó la creación de una Agencia Espacial Sudamericana,
que busca acceder al espacio de manera rápida con un lanzador y satélites de fabricación
sudamericana. Con fines “fundamentalmente pacíficos”, se busca potenciar las
capacidades tecnológicas. Esta agencia se enmarcaría en las ideas expresadas en
el Libro Blanco de la Defensa, publicado recientemente por el Ministerio de
Defensa argentino. En él se señala que en el diseño del aparato militar
nacional y en la determinación de las capacidades de su instrumento, debe
considerarse la participación de las Fuerzas Armadas en la construcción de un sistema de defensa
subregional, el cual se base en niveles de confianza mutua. Estos son alguno de
los ejemplos de acuerdos relevantes en materia espacial, alos que se suman los
ejercicios bilaterales y regionales en los que participan las distintas Fuerza
Aéreas. Es evidente que los países sudamericanos apuestan al desarrollo de la
ciencia y tecnología espacial; y que eligen la cooperación internacional para
lograrlo. Sin embargo, se necesita acentuar la necesidad de que los dirigentes
políticos de cada Estado apliquen medidas, fundamentadas en el propio interés
soberano y generen políticas que puedan ser efectivamente concretadas en el
mediano y largo plazo.
APLICACIÓN DEL MODELO
GEOPOLÍTICO AEROESPACIAL A LA REPÚBLICA ARGENTINA
MATRIZ DE
GERENCIAMIENTO: EL ROL DEL ESTADO
La pregunta debiera ser: ¿tiene
la Argentina una visión geopolítica aeroespacial nacional de carácter
permanente, con objetivos y estrategias particulares definidas? Podríamos
convenir que el país está buscando un nuevo rol mundial, donde las necesidades
remanentes y nuevas demandan una clase dirigente permanentemente preparada y
capacitada para comprender cabalmente cuál es el empleo adecuado de la porción
de poder que administra según se esfera de responsabilidad, y las formas de
interrelación más convenientes con los restantes factores del poder estatal.
Es acertado puntualizar que territorio
y población son dos pilares aglutinantes en la estructura de una Nación, y
nuestro espacio geográfico no es sólo continental; su porción marítima es
igualmente importante. Por otra parte la debida y continuada administración del
espacio aéreo (vigilancia y control) debe verse como un legítimo acto de
posesión geográfica, de manera semejante a todas las actividades que guardan
relación con la administración territorial y marítima.
Mucho se ha escrito sobre estas
últimas actividades, sin embargo no abundan las referencias bibliográficas
sobre el aprovechamiento de las potencialidades y la protección de los
intereses que derivan del aeroespacio, especialmente cuando se pretende obtener
un beneficio. Tal desconocimiento ha derivado más de una vez en la
simplificación de sostener posiciones que responden a intereses sectoriales o
al mero rédito personal.
Precisamente la acción
administrativa obliga a la elección de un modelo estratégico particular, que
apoyado en criterios de ejecución política estables y duraderos se plasme luego
en principios y normas que conformen la doctrina aeroespacial.
Posteriormente la sucesión de hechos
y circunstancias determinarán situaciones diferentes, comúnmente influenciadas
por agentes internos, externos y compromisos gubernamentales asumidos.
Elementos variables que por imperio del plexo legal que se oficialice en
conjunto obligarán a actualizar la doctrina aeroespacial en forma continuada.
PROYECTO GEOPOLÍTICO
AEROESPACIAL 2030: CREACIÓN DEL COMANDO AEROESPACIAL DE DEFENSA
Como nuestro país ocupa el 8vo
lugar en extensión territorial a nivel mundial, el 4to a nivel continental y el
2do en el Cono Sur americano, la meta de asumir una situación geográfica
política anhelada debe verse como la consecuencia de preservar intereses
vitales propios (por caso la integridad territorial). En este orden, nuestra
porción aeroespacial cubre los espacios terrestres y marítimos propios son
solución de continuidad permanentemente, lo que fundamenta y caracteriza las
propiedades de integralidad e indivisibilidad.
Argentina cuenta con varias leyes
generales y particulares, adheridas al Derecho Internacional propias de este
campo estratégico. Particularmente nuestro cuerpo legal vigente determina que
la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) es responsable de ejercer
la autoridad de aplicación en el espacio aéreo jurisdiccional como organismo
idóneo del Estado. Y en otro orden, determina que la Comisión Nacional de
Actividades Espaciales (CONAE) es la responsable de administrar los intereses
nacionales en el aeroespacio de interés.
En esta ecuación no debe omitirse
la referencia al factor fuerza en la dimensión aeroespacial, como aptitud
efectiva para proteger nuestros intereses vitales manteniendo libertad de
acción estratégica en tal sentido. Dicha responsabilidad operacional, como
integrante del instrumento militar de la Defensa de la Nación, le cabe a la
Fuerza Aérea Argentina (FAA). El cuerpo jurídico-legal nacional e internacional
al que adherimos, proporcionan el doctrinario a todos los organismos antes
señalados que, con sus actividades y manifestaciones, son activos participantes
del modelo geopolítico adoptado en el campo aeroespacial.
Pero la administración del
espacio aéreo propio y del aeroespacio de interés nacional plantea una
problemática que merece un tratamiento particular y detallado, porque “más allá
delas decisiones que el Estado adopte para otros sectores, el espacio aéreo
propio no se modificará como tampoco sus posibilidades de explotación”. Las
variantes surgirán cuando cambie la situación de paz a crisis, conflicto o
guerra. Por lo tanto deben considerarse las mismas desde el período de paz,
dando a lugar a la concepción e instrumentación de una estrategia aeroespacial
que contemple y justifique la creación de un Comando Aeroespacial de Defensa
Nacional. Es por ello que en este caso el factor defensivo no puede obviarse como
aptitud de proyección estratégica. Nuestro caso nos obliga a tener claramente
identificadas las ventajas competitivas que poseemos en función de los recursos
disponibles, y de la posición geográfica en la subregión.
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